Es politóloga e integra el Área de Políticas del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). A raíz de algunos episodios de violencia de género que se han suscitado en recintos parlamentarios, #Desmalezando dialogó con ella para analizar e intentar comprender una problemática que, lejos de agotarse, está todo el tiempo resurgiendo.
“Hay muchísima evidencia, en relación a la violencia que sufren las mujeres que se dedican a la actividad política. Desde luego, existen otros tipos de violencias en el ámbito político, no solo la que sucede por motivos de género, pero debemos entender que a las mujeres no nos cuesta lo mismo que a los varones ocupar puestos de toma de decisiones, y que esto se debe a la estructura de desigualdades de género y a la vigencia de los roles que la sociedad le asigna a la mujer, que siguen reservados fundamentalmente al ámbito privado”. Desde el año 2018, ELA ha realizado varios estudios a fines de detectar y visibilizar la violencia política que padecen las mujeres. Explica Ximena que existen leyes nacionales y tratados internacionales que reconocen la violencia de género en la política y que exhortan a los Estados a responsabilizarse para buscar una solución a esta problemática.
Una de las preguntas que se repite en el marco de estas investigaciones, tanto a mujeres como a varones, es “¿en qué ámbitos se siente más la exposición a la violencia?”. La respuesta que aparece con mayor frecuencia tiene que ver con el mundo de internet y de las redes sociales, que es identificado como una usina de expresiones de violencia. En el caso de las mujeres, sin embargo, la respuesta se hace extensiva a sitios públicos tales como sedes de partidos políticos, recintos parlamentarios y otras dependencias de gobierno: “Esta violencia que circula en internet, continúa luego en el espacio público y de manera presencial. Esto se desprende de los testimonios que hemos recogido de mujeres que ejercen la política”. El nivel de vulneración es mucho mayor, y ha quedado certificado con el intento de asesinato que sufriera Cristina Fernández de Kirchner.
“Hemos identificado, incluso, muchos casos de mujeres violentadas en el marco de sus propios espacios políticos: es otro nivel de la misma problemática, porque, para una mujer que está haciendo un camino, pujando por acceder a ciertos lugares de poder, el solo hecho de mencionar ciertas cosas puede costarle esa carrera política que estaba intentando construir. Es un problema no resuelto, porque todavía no está la voluntad de las dirigencias para abordarlo seriamente”.
Finalmente, explica Ximena que, cuando se trata de mujeres, las descalificaciones no están vinculadas a las ideas políticas que ellas pudieran representar, sino que apuntan a sus cuerpos, a su sexualidad o a la manera de vestir. “Lo que hace la violencia política es, justamente, correr el eje de la discusión para aleccionar sobre el verdadero rol que las mujeres deben cumplir en la sociedad. Lo que hay que comprender, entonces, es que el debate democrático no tiene nada que ver con la violencia. Podemos discutir hasta el infinito sobre las ideas, pero la violencia no debería ser nunca una estrategia política”.
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