El abogado y ex director del Servicio Penitenciario Federal, Victor Hortel, conversó en #Desmalenzando acerca de las posibilidades de cambios en el servicio penitenciario a partir del decreto de intervención y del nombramiento de la Doctora María Laura Garrigós: “tiene los atributos necesarios como para generar un cambio de la situación general que se vive allí”, comentó.
La llegada de “Malala”, como le dicen a Garrigós, “nos alienta a pensar positivamente de aquí al futuro; nos devuelve el optimismo de algunos cambios porque la verdad es que lo que venía ocurriendo en el servicio penitenciario federal ya era intolerable, todos estos hechos que ahora salen a la luz, de escuchas ilegales, de sistemas paralelos de inteligencia sumados a las crisis estructurales que había en el servicio penitenciario en términos de las condiciones de habitabilidad, de recursos, etc., que tenían las personas detenidas no hacen más que marcar un punto de inflexión”, según explicó Hortel.
“El sistema penitenciario tiene muchas fallas o disfuncionalidades que vienen también de otros sectores, por ejemplo, los jueces. Las personas que están privadas de libertad están allí por una decisión judicial, no es atributo del servicio penitenciario determinar si alguien tiene que estar detenido”, sentenció el ex director del Servicio Penitenciario Federal, quien mencionó que “una reforma del sistema penitenciario o de las cuestiones que abarcan al propio sistema necesariamente debe ir acompañada de una nueva política en términos judiciales o la justicia”.
Además, Hortel destacó que “necesariamente tiene que haber un cambio en términos de políticas criminales donde la criminalización no vaya siempre en términos de la selectividad del sistema penal hacia las capas menos aventajadas de la sociedad y en algún momento apunte a los grandes delincuentes que son básicamente los financieros, el crimen organizado, aquellas estructuras más esquematizadas de crimen organizado”, con lo que el abogado comentó que “había que generar un cambio de perspectiva y no hablar tanto de políticas criminales sino una política de derechos humanos. La política criminal no puede ser solo un mero castigo y mera sanción, sino que serlo respetando las políticas de derechos humanos o sus principios porque, al leer autores vinculados a la filosofía del derecho, la dignidad de la persona es una cuestión previa incluso a la libertad, igualdad y a la democracia, entonces vos no podes plantear ninguna política que tenga que ver con el sistema penitenciario que de alguna manera ignore o soslaye a las personas que están allí alojadas”.
Por lo tanto, el ex director del Servicio Penitenciario Federal explicó que “la cuestión es generar un vínculo con las otras áreas del estado porque cuando pensaba políticas de derechos de humanos y en el marco de un estado que está comprometido con la inclusión, que amplía la base de derechos y en consecuencia amplía la base de la ciudadanía, en el contexto de encierro no puede ocurrir una cosa distinta que las políticas de inclusión para el resto de la población. El pensar que la cuestión del servicio penitenciaria puede ser abordada solamente por personal penitenciario de manera autónoma con desconocimiento del resto del estado es un error. Nosotros siempre decimos que la política tiene que hacerse cargo de la cuestión penitenciaria, esto implica establecer políticas públicas que se ejecuten y se cumplan coherentemente con las políticas públicas del resto del estado y que, eventualmente, no sea el servicio penitenciario quien establece las prioridades y establece eventualmente las pautas de funcionamiento, sino que todo esto venga dado por las autoridades políticas que tienen la obligación de conducirlo”.
“La cárcel no puede seguir siendo esto que vemos todos los días, tiene que ser una cosa donde el criterio de humanidad y el criterio de dignidad sean los rectores de toda la actividad penitenciaria. No es cierto que entre el personal penitenciario nadie quiera cumplir con la cuestión de los derechos humanos, tal vez si haya un sector conservador que ideológicamente pueda referirse en relación a otros momentos más duros de la vida argentina, pero no significa que sean todos y que sean los únicos; con lo cual creo que es un error generalizar ciertos prejuicios”, mencionó Hortel.
Antes de finalizar, Victor Hortel no dudó en sentenciar que “si el personal penitenciario se forma bajo los parámetros contradictorios a los derechos humanos es muy difícil que, en el contexto de encierro, dicho personal respete los derechos de las personas detenidas cuando sus propios derechos fueron vulnerados en la escuela penitenciaria. Es muy difícil formar a alguien en la falta de respeto, en la falta de derecho y que después esa gente proteja a diferentes personas. Es una cosa bastante cínica, bastante hipócrita. Por eso digo que la transformación pasa por ver de qué manera y bajo qué parámetros se forma el personal penitenciario”.
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Redacción: Paula Serrichio
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