Mónica Santino (56) juega a la pelota desde que tiene uso de razón, y lleva muchos años como entrenadora en La Nuestra, el espacio que ella y su grupo de compañeras conquistaron en una canchita de la Villa 31, en el extremo norte de la Capital Federal. Mónica pasó por #ElEndémicoEmbusteroYElIncautoPertinaz y dijo que el fútbol que ellas practican está completamente asociado a la libertad, porque representa “la posibilidad de ser una misma, con todo lo que significa jugar a la pelota en nuestra cultura popular”.
En el año 2007, cuando comenzaron con esta patriada de disputarle a los varones del barrio un lugar en la canchita, eran apenas 12, las compañeras que le ponían el cuerpo al deseo de jugar a la pelota. Hoy, contando todas las categorías, desde las más chiquitas y hasta las más veteranas, son alrededor de 120 jugadoras, las que se reúnen cada semana a entrenar. No hay un límite de edad, aclara Mónica, porque “la única condición son las ganas de jugar y de ser libres”.
La Nuestra, expresa su fundadora, es un espacio posible para jugar desde el deseo, y después agrega: “Que este derecho a jugar sea ejercido en un barrio como la 31 es revolucionario. Cambian las maneras, te empodera, te vincula con otras, te propone una visión diferente de tu cuerpo y nos transforma colectivamente”. Santino rememora que cuando era joven siempre la miraban raro, por el solo hecho de ser mujer y querer jugar un rato a la pelota, y pone en valor el crecimiento que estamos experimentando como sociedad en relación al fútbol: “Hoy, a las niñas que juegan a la pelota ya nadie las mira de esa forma, y no solo eso, sino que las familias las acompañan a las prácticas, las ven jugar, se interesan por la actividad. Es muy profundo, el cambio que estamos protagonizando”.
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