Son médicos, neurólogos, y trabajaron en una investigación que buscó caracterizar la situación socio-sanitaria de la Comuna 5, en un marco excepcional como fue el de la pandemia. Contaron en #Desmalezando cómo se desarrolló el estudio en cuestión y cuáles fueron las principales conclusiones a las que pudieron arribar.
Lo primero que aclaran es que la Comuna 5 está compuesta por dos barrios muy distintos entre sí: mientras que Boedo es una zona residencial de la Capital Federal, Almagro es un lugar mucho más transitado, con un caudal importante de gente que llega diariamente a trabajar. “Este trabajo -cuenta Claudia Gandolfo- se hizo con encuestas semiestructuradas basadas en la participación voluntaria y absolutamente anónima, entre noviembre de 2021 y marzo de 2022. Entrevistamos a 142 personas, la mayoría varones, el grupo que habitualmente más concurre a los comedores. A la encuesta central la acompañó otra más pequeña a los coordinadores, para conocer cómo se organizaban todos estos espacios”. Agrega que fueron muchos, los centros culturales de la Comuna que, frente a la emergencia, decidieron reconvertirse como merenderos y ollas populares, entendiendo que era eso lo que pedía ese momento histórico.
Javier Saggese, por su parte, expresa que una de las conclusiones más relevantes a las que se llegó con esta investigación fue que la mayoría de las personas que acudían a estos espacios no eran “pobres instituidos”, sino víctimas de una situación de emergencia repentina, producto del cambio radical que conllevó la pandemia: “Era gente habituada a manejarse en el marco de sus hogares, pero el corte del trabajo fue tan abrupto que no pudieron seguir garantizando por sus propios medios el plato de comida. La situación se agravaba porque, además del problema de la alimentación, regía el aislamiento y las restricciones, y eso hacía que hubiera que prestar atención al espacio y las aglomeraciones. Por eso muchas veces una sola persona se encargaba de retirar la vianda de varias familias”. Advierten los médicos que el estudio arrojó un déficit importante en relación a la ingesta tanto de productos lácteos como de frutas y verduras. Esta clase de investigaciones permite una sistematización de datos que puede servir como materia prima para el diseño de las políticas públicas. Al menos, esa es la intención de las personas que trabajan en su producción.
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