Es politóloga y fue subsecretaria de Investigación Criminal y Cooperación Judicial del Ministerio de Seguridad de la Nación. Consultada por #Desmalezando sobre la formación y el funcionamiento de las instituciones policiales, dijo que sigue siendo una deuda de nuestra democracia la construcción de fuerzas profesionalizadas y alineadas con los Derechos Humanos. Habló de la responsabilidad que implica vestir el uniforme policial y expresó el riesgo de utilizar las fuerzas con fines políticos.
“En 2010, cuando se creó el Ministerio de Seguridad de la Nación, se tomó la determinación de conducir una política de seguridad, que no era solamente dar órdenes sino trabajar en todos los estamentos que implica la tarea policial. Luego, durante el período entre 2016 y 2019, se volvieron a utilizar las fuerzas como un instrumento político, al servicio del gobierno de turno: cuando la policía se usa para perseguir, espiar y reprimir adversarios políticos, eso nada tiene que ver con las funciones primarias que tiene una fuerza de seguridad”. Valentina explica que las fuerzas tienen una doble pertenencia, porque, por un lado, responden administrativamente al Poder Ejecutivo, pero por el otro son auxiliares de la justicia en cuestiones que están vinculadas a la investigación de delitos. Esa dualidad burocrática hace que muchas veces sean difíciles de dominar. En relación a la Policía de la Ciudad, que en las últimas semanas ha sido duramente cuestionada en su accionar, quiere ser cauta: “Una parte de esta fuerza efectivamente es utilizada con fines políticos, pero no es algo que yo les puede adjudicar a los 30 mil hombres y mujeres que la componen”.
La politóloga expresa que los discursos de odio están enraizados en la sociedad, y que, como es de esperarse, están sobrerrepresentados hacia el interior de las fuerzas: “La cuestión empieza a complejizarse cuando, quienes ostentan el uso legítimo de la fuerza estatal, se sienten avalados y envalentonados por estos discursos de odio que anidan en la sociedad y por las definiciones de los espacios políticos que no dirimen las cosas en las urnas o en el congreso, sino en los tribunales con el lawfare o en las calles con represión”. Dice que la formación policial es un factor elemental, y que, en ese sentido, la currícula que rige la educación de la Policía de la Ciudad es intachable, incluyendo varias materias y contenidos vinculados a los Derechos Humanos. “El problema es el oficio, las prácticas en la calle y la reproducción de esas prácticas. Para conducir políticamente, hay que ir permeando todo eso en función de objetivos claros. Ahora, si me preguntás si Patricia Bullrich conducía las fuerzas, creo que sí, que las conducía, desde arriba y desde abajo también.
Evidentemente, tenía objetivos opuestos a nuestra manera de pensar. A los miembros de las fuerzas, por ahí les resultaba más fácil acatar ese tipo de órdenes, que están más en su naturaleza”.
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