Lepa Radić fue una mujer yugoslava que luchó contra el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Con tan solo 17 años, se convirtió en un símbolo de la resistencia en Yugoslavia.
El 19 de diciembre de 1925 nacía en Bosanka Gradiska, antigua Yugoslavia, Lepa Radić, quien antes de cumplir 15 años, ya integraba la Liga de jóvenes comunistas de Yugoslavia. En 1941 es arrestada junto a su familia por las fuerzas de ocupación, liberada al poco tiempo por los miembros del Ejército de Liberación Nacional (también llamados Partisanos).
En enero de 1943, después de un enfrentamiento feroz contra las fuerzas de ocupación, Lepa y una de sus amigas, se encargaron de llevar a un lugar resguardado a un contingente de integrado por 150 mujeres y niños. Debían alejarlos del fuego y, por supuesto, del enemigo. En medio del escape fueron interceptadas por un escuadrón enemigo. Lepa ordenó al resto que siguiera su camino, y ella se encargó de demorar a la tropa nazi. Disparó contra ellos durante un buen rato, hasta que se quedó sin municiones. Tenía 17 años, cuando es hecha prisionera por las S.S., trasladada a Bosanska Krupa donde fue torturada en un intento de extraer información, fue sentenciada a muerte.
En sus últimos momentos en el cadalso, los alemanes ofrecieron perdonarle la vida, a cambio de los nombres de los líderes y miembros del Partido Comunista en el refugio, pero ella rechazó su oferta con las palabras:
"No soy un traidor de mi gente, sabrán sus identidades cuando ellos vengan a vengar mi muerte".
Con la soga al cuello, gritó:
"¡Viva el Partido Comunista, y los partisanos!
¡Luchen, gente, por su libertad!
¡No se rindan ante los malvados!
¡Seré asesinada, pero hay quienes me vengarán!"
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