Es economista, magister en Relaciones Internacionales, dirige un posgrado en la Universidad de Lanús sobre la China Contemporánea y publicó recientemente un libro titulado “Un mundo made in China”. Gustavo Girado accedió gentilmente a charlar con #Desmalezando acerca de las implicancias del megaproyecto conocido como la nueva ruta de la seda, conducido por el gobierno de Xi Jinping, y acerca de la configuración de un nuevo orden geopolítico orbitando en torno al gigante oriental.
“En términos literarios es una manera de reverdecer la que fuera la antigua Ruta de la Seda, de 2000 años atrás. Con cada una de las economías que adhieren al proyecto, China produce acuerdos de infraestructura que atienden a la conectividad, con comercio e inversión. Son acuerdos que involucran al gobierno chino, a sus empresas públicas y privadas. El país anfitrión diseña los proyectos, esos proyectos son evaluados y luego se decide el financiamiento a través de capitales chinos”. Explica el profesor que se trata de un proyecto primordial para el presidente Xi Jinping, con la vista puesta en la consolidación de áreas de paz en el continente asiático y las expectativas de que el crecimiento se transforme paulatinamente en desarrollo. La nueva ruta lleva una década de planificación y contempla tres vías terrestres y tres vías marítimas, que permitirán a China desplegarse fronteras afuera, con un arsenal de proyectos comunitarios y cooperativos que buscan favorecer a las economías adherentes. Pero la Ruta de la Seda no se limita a la región, sino que busca socios y conexiones a nivel global. Así se explica la adhesión de nuestro país a la iniciativa.
“China y Argentina son economías complementarias, porque China tiene en exceso lo que Argentina necesita y viceversa. Con Estados Unidos es al revés: competimos en relación a otros mercados mientras que a ellos jamás le podemos vender nada. Si entra un limón, al otro día se prohíbe; si entra un litro de biocombustible, al otro día se prohíbe; y si entra un kilo de carne al otro día se prohíbe. Ofrecemos al mundo lo mismo: por eso jamás pudimos progresar económicamente asociándonos con Estados Unidos. Ahora resulta que a China le interesamos, y ahí está la oportunidad de ser un peón importante en el tablero internacional”. Aclara Gustavo que esto no es un juego de carmelitas descalzas, y que, al sellar un pacto con China, lo que ocurre es que el país adherente contrae una deuda que se compromete a saldar. Inevitablemente se parte de una situación de desventaja y dependencia cuando se negocia con una potencia de las características de China. Lo que está en juego es nuestra capacidad estratégica, a la hora de pensar las dependencias, de tomar los paraguas que mejor nos cubran y de poner en valor los recursos de nuestras tierras.
Escuchá la nota completa acá:
Commenti