La secretaria general del sindicato Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), Georgina Orellano, pasó por #Conexiones y explicó las problemáticas que tienen las y los trabajadores sexuales y disidencias al reclamar sus derechos laborales, profundizando más las diferencias en tiempos de pandemia.
Orellano expresó que “es tan fuerte el estigma y la discriminación hacia nuestro sector que eso hace que justamente nosotras y nosotros nos alejemos de las instituciones como el sistema de salud: no acudimos por vergüenza, por miedo a que nos rechacen o que nos cuestionen nuestro trabajo o nuestras elecciones, y eso lleva a que nos automediquemos, nos damos consejos entre compañeres. Nosotras, a través del sindicato, queremos poder acceder a una salud integral, a tener obra social, a recibir un buen trato y que no nos cuestionen nuestro trabajo ni nuestras decisiones por ser trabajadoras sexuales. Como sindicatos, nosotros hacemos una fuerte campaña de concientización entre todos en cuanto a la prevención, parte del trabajo militantes que hacemos en AMMAR es hacer recorridas por las zonas de trabajo sexuales repartiendo información, entendiendo que el preservativo es el medio para llegar a la compañera ya que el objetivo final es que esa compañera sepa qué derechos tiene y que se encuentre protegida”.
A su vez, la secretaria general del sindicato Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina mencionó que “el problema que tienen los trabajadores y trabajadoras es el problema de la clandestinidad de nuestro trabajo y las malas condiciones laborales. En el 90% de los casos ese problema que trae la compañera al sindicato es un problema de violencia institucional. Nosotras, por experiencia propia, siempre hacemos el ejercicio colectivo de repensar cómo llegamos al sindicato y a veces aparecen en las discusiones sobre qué problema nos trajo a AMMAR y por qué nosotras elegimos quedarnos. En el caso de la mayoría nos quedamos en el sindicato porque nos dio una respuesta rápida y efectiva como también herramientas que antes no teníamos: empezamos frenar la violencia policial sabiendo lo que la policía puede hacer como lo que no puede hacer y, a su vez, sabiendo las legislaciones que tenemos en la Ciudad de Buenos Aires”.
Con respecto a las condiciones laborales de las y los trabajadores sexuales se le sumó la pandemia del Covid-19 lo que, según Orellano, “profundizó la desigualdad y dejó en evidencia más que nunca la precarización laboral. Nosotras hace 25 años que estamos organizadas exigiendo al Estado que reconozca nuestro trabajo para poder acceder a derechos laborales a una obra social y hacer los aportes jubilatorios. Lo cierto es que se ejerce el trabajo sexual en condiciones indignas en situación de clandestinidad con un fuerte componente como lo son las miradas sociales hacia nuestro trabajo, miradas peyorativas y negativas, y el estigma de este trabajo hace que no solamente se vulneran nuestros derechos como trabajadoras y trabajadores, sino que se vulnera constantemente nuestros derechos básicos como ciudadanas y ciudadanos”.
En esta línea, la secretaria general del sindicato AMMAR explícita que “nos expulsan hacia los márgenes de la sociedad y en la pandemia no solamente no pudimos trabajar, eso creo que le pasó a casi todos los trabajadores y trabajadoras, pero en nuestro caso es no tener dinero para el alquiler y ahí empieza el primer problema porque no hay ningún contrato que sea por escrito y eso tiene que ver con la clandestinidad, la criminalización, de nuestra actividad. Por el hecho de ser trabajadoras sexuales nosotras pagamos el doble y en algunos casos el triple, y en el relevamiento nacional realizado hace unos días se detalla que el 95% de trabajadoras y trabajadores, en una suma de 10 mil a nivel nacional, se dijo que tuvieron problemas para pagar el alquiler y la gran mayoría tiene deuda, más allá de tener un decreto presidencial que prohíbe los desalojos. No hay ninguna política pública a la cual nosotras podamos acceder para contener esta realidad de deudas”.
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