En una entrevista cargada de definiciones políticas y estratégicas, Julio Urien, presidente de la Fundación Interactiva para Promover la Cultura del Agua (FIPCA), analizó en #PeriodismoSinGradualismo la trascendencia del Canal Magdalena y su impacto en la soberanía nacional. En un momento crítico para la política argentina, Urien enfatizó que el control de las vías navegables del país no solo es un asunto económico, sino un pilar geopolítico fundamental para el futuro de la nación.
El corazón de la disputa: el Canal Magdalena
"El Canal Magdalena es más que un dragado, es un símbolo de autonomía frente al sometimiento que implica el modelo actual de navegación por el Paraná", afirmó Urien. Para el titular de FIPCA, la política de concesión de la mal llamada "Hidrovía" —una arteria clave para el comercio exterior argentino— representa una entrega de soberanía al ceder el control a empresas multinacionales, muchas de ellas con intereses alineados a potencias extranjeras.
Urien destacó las implicancias de que los recursos naturales y las decisiones estratégicas sobre ellos queden en manos privadas: "Es inconcebible que un presidente permita que los oferentes de una licitación privada tengan que consultar primero a Estados Unidos antes que a las provincias argentinas".
El gobernador Kicillof como figura clave
Urien subrayó el papel del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, a quien describió como "el nuevo Rosas" por su firmeza frente a la presión internacional. Durante el acto en Vuelta de Obligado, Kicillof dejó clara su postura a favor de la soberanía fluvial, planteando que, de no obtener la transferencia de jurisdicción de la Nación, Buenos Aires avanzaría por cuenta propia en el dragado del Canal Magdalena. "Es fundamental que alguien se le plante al gobierno nacional y defienda lo que es nuestro. El tiempo de esta entrega debe terminar", enfatizó Urien.
La entrega de soberanía, un peligro histórico
En su análisis, el presidente de FIPCA remarcó que las concesiones actuales permiten que "las empresas multinacionales decidan qué obras hacer, mientras el Estado queda completamente excluido". Según explicó, esto no solo afecta las arcas públicas sino también la geopolítica regional: "Si no tenemos salida autónoma al mar, estamos subordinados al puerto de Montevideo, que se convierte en el principal punto de distribución de nuestras exportaciones".
Urien vinculó este escenario con el modelo de "libre comercio" impulsado históricamente por las potencias extranjeras para controlar las economías de los países periféricos. "El imperialismo no ha cambiado; solo ha adaptado sus métodos. Ahora, en lugar de invasiones, nos controlan a través de licitaciones y concesiones", aseguró.
La lucha por el futuro
Con un llamado a la acción, Urien instó a las provincias y al movimiento popular a unirse en defensa del Canal Magdalena, destacando su rol no solo como una vía estratégica, sino como un punto de inflexión en la política nacional. "La nación está en peligro de disolución".
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