Lourdes Polo Budzovsky es abogada, parte de ‘Católicas por el Derecho a Decidir’ y pasó por #Desmalezando para hablar sobre feminismo, cristianismo y el debate por el aborto. “Trabajar las disidencias religiosas desde el feminismo es fundamental para disputar dentro de las iglesias”, afirma.
Católicas por el Derecho a Decidir es una organización que tiene más de 25 años, forma parte de la Red Latinoamericana por el derecho a decidir, surge en un contexto en el que los movimientos feministas crecen. En los ‘90s, se proponen conferencias internacionales donde los derechos humanos estaban presentes y buscaban una agenda internacional de avance.
Católicas es un movimiento autónomo comprometidas con los derechos sexuales y reproductivos, con una vida libre de violencias. Articulamos con otras organizaciones, generamos espacios ecuménicos y religiosos para el diálogo y la reflexión sobre la sexualidad. Con estas reflexiones pretendemos incidir en la reducción del aborto y la mortalidad materna. Católicas tiene varios espacios de trabajo: la Guardia de Abogadas Feministas, que desarrolla litigio estratégico, también tenemos espacios de trabajo ecuménicos que busca una perspectiva de género liberadora, y también tenemos un espacio de jóvenes que coordino con una compañera de Santiago del Estero.
Los fundamentalismos religiosos existen, asumen a la mujer como naturalmente destinada al ámbito doméstico y a la maternidad, y sostienen esos estereotipos. Sostener que somos mujeres católicas y feministas claramente para los sectores hegemónicos conservadores no es algo asequible.
Tenemos mucha emoción con el nuevo debate por el proyecto de Interrupción Voluntaria por el Embarazo (IVE), no nos cabe dudas de que es un proyecto que pone al aborto como una cuestión de salud pública. Nosotras formamos parte de la Campaña, y solemos mostrar las cifras de este problema: en Argentina se calcula que cerca de 500.000 mujeres recurren año a año a un aborto clandestino, y la penalización no ha impedido su práctica, al contrario, la hace más peligrosa porque muchas mujeres incurren en esto por falta de recursos económicos, simbólicos, etc.
Nosotros en su mayoría somos mujeres en la coordinación. Sin embargo, las actividades las producimos para público mixto, trabajamos mucho en la disidencia. Católicas tiene una perspectiva muy federal y en nuestro caso muy ligada a los jóvenes. El intercambio con ellos siempre ronda en la promoción de derechos sexuales y reproductivos. Nuestro trabajo es mostrar que podemos decidir con libertad de conciencia. La teología a nosotros nos ha enseñado sobre la libertad de conciencia, mirar la decisión de cada cuerpo gestante desde esa perspectiva habilita al derecho a decidir. La conciencia individual es parte de la tradición cristiana y está atravesada incluso por criterios que configuran una moral sexual.
Toda persona, a imagen y semejanza de Dios, es dotada de la ética y la inteligencia para tomar las decisiones sobre sí misma, de recurrir a esa conciencia para decidir sobre nuestros cuerpos. De allí que como católicas feministas defendemos la vida como un don.
Hay una mirada que nos plantea que ser católica y estar a favor del derecho a decidir es una contradicción, y eso no es así, al contrario, es una forma de vivir espiritualidad y defender derechos fundamentales.
Los grupos fundamentalistas siempre operan obstaculizando derechos y obstruyendo los cuerpos en su reconocimiento como agentes de cambio. Trabajar las disidencias religiosas también es fundamental para quienes se identifican como católicos y tienen una disputa al interior de las iglesias.
Desde el área Ecuménica se trabaja con diferentes actores hacia adentro de las iglesias, no así desde el orden jerárquico de la Iglesia Católica. Nuestro grupo pretende promover una mirada enriquecedora y que no se cierre sobre consignas del tipo “Si sos católica, no podés ser feminista”, pretendemos discutir el rol de las mujeres dentro de las iglesias, y hacer propio el feminismo. En mi caso, recibí una formación católica desde un colegio salesiano desde muy chica, siempre vinculada a la espiritualidad. Luego, la formación universitaria y propias inquietudes me llevaron a muchas dudas y preguntas que, por suerte, esta organización a la que hoy pertenezco me empezó a responder.
El movimiento feminista construye con diálogo y con consensos, el proyecto de la campaña se construyó escuchando diferentes voces y opiniones. En Córdoba, recuerdo patente un grupo de 150 mujeres de diversas pertenencias debatiendo un artículo de una ley, la unidad es el pañuelo, y sabemos que debemos construir un poder feminista más plural, horizontal y de consenso.
Redacción: Rodrigo Franco
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