La memoria histórica está bajo ataque. Así lo denuncia Esteban Bayer, hijo del reconocido historiador y periodista anarquista Osvaldo Bayer en #TiemposDeResistencia quien tras la demolición del monumento erigido en honor a su padre en Río Gallegos. «Es un acto de barbarie, propio de regímenes que buscan borrar la historia«, sostiene con indignación en una entrevista reciente, en la que reflexiona sobre el legado de su padre, la Patagonia Rebelde y la creciente amenaza del negacionismo.
Osvaldo Bayer dedicó su vida a investigar y reivindicar la historia de los obreros fusilados en las huelgas patagónicas de 1921. Con su obra «La Patagonia Rebelde», sacó a la luz los crímenes cometidos por el Ejército Argentino bajo órdenes del general Varela. «Lo que hizo mi padre fue un acto de justicia histórica. No solo rescató nombres y relatos del olvido, sino que también le devolvió su dignidad a los caídos», afirma Esteban.
El ataque al monumento de Bayer en Río Gallegos no es un hecho aislado, sino parte de una ofensiva más amplia contra la memoria histórica. «No es casual que busquen borrar todo rastro de los crímenes del pasado. Lo vimos en dictaduras y ahora lo vemos de nuevo«, advierte. En su opinión, esta destrucción tiene una fuerte carga simbólica: «Intentan borrar la memoria, pero lo único que logran es que la lucha por la verdad se haga más fuerte«.
A lo largo de la conversación, Esteban recuerda con especial énfasis a los protagonistas de la Patagonia Rebelde, los trabajadores que se levantaron contra la explotación en las estancias y fueron brutalmente reprimidos. Nombres como Antonio Soto, Facón Grande y Albino Argüelles resuenan en su relato. También menciona el acto de justicia que representó el ajusticiamiento de Varela a manos del anarquista Kurt Wilckens en 1923. «Wilckens no buscó venganza, sino justicia. Sabía que Varela era responsable de cientos de fusilamientos y actuó en consecuencia», explica.
En otro pasaje de la entrevista, Esteban Bayer destaca un episodio emblemático de resistencia: la negativa de un grupo de mujeres de Puerto San Julián a atender a los soldados que participaron en la masacre. «Les gritaron ‘asesinos’ en la cara y se negaron a servirles. Fue un acto de dignidad en un momento donde el terror era la norma», recuerda.
Más allá del caso puntual del monumento, la familia Bayer impulsa desde hace años que los fusilamientos de 1921 sean reconocidos como delitos de lesa humanidad. Sin embargo, la causa judicial está paralizada. «Es increíble que a más de 100 años todavía tengamos que luchar para que estos crímenes sean juzgados. Pero no vamos a bajar los brazos«, asegura.
Residente en Alemania, Esteban también observa con preocupación el avance de la extrema derecha en Europa. «Aquí el negacionismo está prohibido, pero eso no impide que los grupos ultraderechistas crezcan y ganen espacio en la política. Es un fenómeno global y tenemos que estar atentos», advierte.
La conversación concluye con un mensaje de resistencia: «Destruir un monumento no borra la historia. Al contrario, la hace más fuerte. La memoria es nuestra mejor herramienta contra el olvido y la impunidad».